
Donald Trump seguirá un día sí y otro también amenazador de que nos aplicará más aranceles. Esa circunstancia tiene sus ventajas, porque podemos examinar el problema con miras a más largo plazo. Total, si nos aplica los aranceles vamos a pasar por un trago amargo en el plano de nuestra economía, porque somos un país que tiene un alto grado de integración a Estados Unidos y si no los aplica, la espada de Trump va a estar sobre nosotros y en poco tiempo volverá a amenazarnos. La razón es muy sencilla: por una parte son nuestros vecinos geográficos y tenemos más de 3 mil kilómetros de frontera común. Un espacio en el que, por supuesto, existe una integración económica y cultural de muchas complejidades y que, por desgracia, no hemos examinado lo suficiente para entenderla en toda su magnitud.
Por otra, tenemos una relación productiva y comercial muy por encima de cualquier país latinoamericano o de la región asiática. Tenemos, no debemos olvidarlo por ningún motivo, un tratado de libre comercio, que ha sido un fuerte factor detonante para América del Norte y más consistentemente, para México. Los enclaves económicos, de actividades primarias, de transformación y de servicios se han potencializado a partir del Tratado de Libre Comercio que data desde los años noventa.
México ha sido el principal beneficiario con el Tratado México -Estados Unidos-Canadá. Con exportaciones del orden de 500 mil millones de dólares y con importaciones de 334 mil millones al año, lo que nos deja un superávit comercial cercano a los 166 mil millones de dólares. Ningún otro acuerdo comercial, de los muchos que tenemos, nos ha dado esas ventajas ni, por ahora, podemos pensar que las tendremos. Sencillamente, con el T-MEC estamos inmersos en el mercado más grande del mundo.
Por eso es importante reflexionar sobre la importancia del TMEC. En primer lugar, porque si se respetan las reglas establecidas en el acuerdo económico no se justifican los aranceles ni las amenazas que deberemos enfrentar cada mes o en cada plazo al capricho del Presidente de Estados Unidos. La sola existencia del Tratado establece la eliminación de aranceles en los bienes y demás satisfactores que se han establecido en el acuerdo. En caso de que alguno de los signatarios intente gravámenes unilaterales, se verá como acusado ante las instancias que se han establecido precisamente para atender esos diferendos. Si se respeta el marco jurídico, no debe haber impuestos a nuestras exportaciones comprendidas en el TMEC. Los aranceles pueden establecerse sobre bienes y servicios que no estén comprendidos en el tratado.
Sobre el asunto de los aranceles, hay un asunto que no ha sido bien estudiado aunque ya se ha comenzado a mencionar. Se trata del plano político dentro de Estados Unidos que afectará, sin duda alguna al Presidente Donald Trump. Se trata de los encarecimientos de muchos productos y servicios que vendrán automáticamente y pueden llevar los precios a porcentajes cercanos al 5 por ciento —hoy es de 2.8%— lo que significaría el fin operativo del régimen trumpista. Ningún Presidente en aquel país puede pensar en la relección si sus números en la inflación pasan del 4 por ciento. Así lo indican todas las experiencias anteriores.
Así, pensemos en que el TMEC es un acuerdo que debemos cuidar, porque es una defensa contra la guerra comercial que se avecina. Seguramente, quienes promueven una increíble reelección de Donald Trump deberán pensar más de dos veces en ese riesgo con el que no contaban.
Y bueno, ante todo esto: La Presidenta Claudia Sheinbaum Pardo, avanza ante el desafío con cabeza fría y retoma el Plan México para fortalecer la economía y hacer frente a los aranceles impuestos por los Estados Unidos.
Reitera la Dra. Claudia Sheinbaum que ante el impacto de los aranceles, se mantendrán los proyectos de infraestructura, los programas sociales, los acuerdos con empresarios para invertir en México y generar empleos, así como una política de combate a la corrupción.